La popularidad de los tratamientos estéticos continúa al alza. En parte porque cada vez hay menos tabúes sociales, por el rápido crecimiento y penetración de la tecnología a nuestras sociedades, y porque cada vez son más hombres y “millennials” (personas entre 21 y 35 años) que se exponen a este tipo de terapias.

Los avances tecnológicos, científicos y humanos han conllevado a que estos tratamientos sean la primera elección de muchas personas a la hora de abordar temas estéticos. La razón principal es la de ser considerados como muy seguros y generar cortos periodos de convalecencia. Pero esto no significa que están exentos de complicaciones.

Es un hecho que la gran mayoría de las complicaciones son mínimas, transitorias, autolimitadas (se resuelven por sí solas), son extremadamente frecuentes (pequeños moretones, molestias o sensibilidad residual, aumento de volumen, enrojecimiento) y están consideradas “dentro de la normalidad”. Algunos autores han propuesto que sería más apropiado llamarlas “reacciones adversas” más que complicaciones verdaderas.

Existen también otro tipo de complicaciones, las cuales no suponen un daño físico propiamente dicho, sino son más bien de índole estético, también son autolimitadas (se corrigen por sí solas) como por ejemplo las hipercorrecciones, irregularidades o asimetrías , visibilidad del material relleno, aparición de pequeños nódulos.

Sin embargo existen lo que llamaré como complicaciones “verdaderas”, y son aquellas en donde si existe un daño físico y de no presentar una atención médica temprana y oportuna pueden conllevar a resultados desfavorables o cicatrices permanentes que serán muy difíciles y costosas de remediar.

Esta es una de las principales razones por las cuales te recomiendo visitar a un profesional médico calificado y capacitado para realizar tus tratamientos. El médico no solo posee la habilidad de proveer tratamientos seguros y actualizados, sino que también tiene la capacidad de identificar posibles complicaciones pero aún más importante dispone de herramientas para solventarlas si llegasen a presentarse.

Puede que después de estas líneas que empieces a preguntarte ¿cómo puedes saber o intuir que algo no va bien con tu tratamiento?

Para orientarnos en medicina, utilizamos los signos de alarma, y es precisamente el mensaje que yo quiero compartir con ustedes hoy. La definición de signo, en medicina, corresponde a las manifestaciones objetivas, clínicamente fiables, que observa el médico durante el examen físico del paciente. Es decir debe ser visible, tangible, cuantificable, y comparable.

Se entiende por alarma como la señal o aviso que advierte sobre la proximidad de un peligro. Si combinamos ambos conceptos podemos concluir que un signo de alarma son aquellas “manifestaciones objetivas que advierten de la proximidad de un peligro”.

Puede que en estos momentos te preguntes ¿qué es un síntoma? Son aquellas referencias subjetivas que percibe o reconoce un individuo ante un estado patológico o enfermedad, por lo tanto no son visibles ni tangibles, no pueden medirse ni compararse.

Volviendo al epicentro de este artículo, cuales pueden ser los posibles signos de alarma que te pueden ayudar a identificar que algo no va bien?

• Aumento de tamaño masivo de la zona tratada, por lo menos más de 3 veces su tamaño normal.

• Hinchazón que se acompaña de escozor y vesículas (llagas), en especial si has padecido de herpes labial en el pasado.

• Aumento de volumen, acompañado de dolor al tacto, calor local, y fiebre.

• Supuración acompañada de aumento de volumen, dolor al tacto y calor local.

• Dolor muy intenso al tacto, que cada vez va a más, acompañado de zonas de palidez alterna con tonos de piel moteados de color púrpura y rosa.

• Pérdida de visión súbita.

Quiero recalcar que fiebre: temperatura mayor o igual a 38ºC, que no cede a pesar de la toma de anti-inflamatorios o medidas físicas como duchas de agua fría.

Si presentas alguno de estos signos deberás:

• Mantener la calma

• Comunicarte con tu médico tratante e intentar gestionar una valoración lo antes posible.

• De no poder comunicarte con tu médico tratante, intentar contactar con otro profesional de tu ciudad quien pueda atenderte con inmediatez.

Recuerda que puedes estar frente a una complicación verdadera. Ante la duda, lo más prudente siempre es comunicarte con tu médico. Ten presente que vale mas ocuparse que preocuparse.

Como siempre espero que este artículo sea de utilidad. Para más consultas puedes contactarme libremente, que encantado podré orientarte y guiarte en tus tratamientos médico estéticos.

Un saludo!

Dr. Carlos Zito